Desde pequeño la fotografía despertó gran interés en mí, si bien la pasión por este arte llegó años después. “Hubo dos momentos clave en mi vida. Uno, de adolescente cuando visité por primera vez el Museo Guggenheim de Bilbao. Desde el momento en el que vi su atrio, supe que la arquitectura me había enganchado y nació en mí la necesidad de saber cómo retratarla. El otro momento se dio años más tarde, cuando durante un largo viaje de casi un año alrededor del mundo sentí la necesidad de poder mostrar lo mejor de cada espacio. Por ello, en cuanto volví a España, decidí formarme profesionalmente en este campo y entré en la escuela IEFC de Barcelona”.